El agua para los peces
Me ha dado por buscar alguna recomendación sobre cuánta agua deberíamos consumir al día.
Preguntemos a quienes saben. La Organización Mundial de la Salud no aporta una cifra de referencia. Consejos más concretos provienen de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria o de la propia Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición. Pues bien, con recomendaciones mínimas diferentes según el sexo, la edad o el peso (actividad deportiva al margen), nos saldría una media diaria aproximada de 2,4 litros de agua.
Por pura lógica, esa ingesta debería producirse repartida a lo largo de todo el día. Si descontamos las ocho horas de sueño (¡bendito/a sea!), eso significa que 1,2 litros de agua sería lo recomendable para consumir durante el tiempo de trabajo. Y si éste se produce en ciertas condiciones donde el aire es más seco, como el trabajo en altura, la necesidad de hidratación es mayor. Pero dejémoslo al margen.
Imaginen que el agua que consumen durante el trabajo deben pagarla a un precio de 3€ la botella de 500 cl. Cada jornada laboral tendría un coste de 7,2€ en agua potable, lo que significaría un gasto para el trabajador de al menos 158,4€ al mes en hidratarse con un mínimo de garantías (y siempre que aprovechemos al máximo “los culillos” de las botellas. Ya me entienden).
Es de una obviedad insultante que ese precio de la botellita de agua es abusivo; pero es lo que vienen a costar a bordo de los aviones de algunas compañías aéreas. Un lujo para los pasajeros, pero sería un auténtico atraco para los trabajadores y trabajadoras a bordo. ¿Pero eso puede ocurrir?
Hace unos días la Inspección de Trabajo de Alicante ha requerido a la compañía Ryanair que facilite agua gratis a sus trabajadores a bordo, pues éstos estaban teniendo que pagarla al precio que se ponía a la venta al resto de pasajeros, ya que la empresa no la facilitaba a la tripulación. La acción inspectora la hemos conocido recientemente, aunque las protestas de los trabajadores no son nuevas. Ya en el verano de 2018, y durante una jornada de huelga, los trabajadores repartían botellas de agua entre los pasajeros como forma de protesta ante su precariedad laboral.
Seguro que no habrá entre mis lectores ningún desalmado que piense algo así como ¡qué es eso de que la empresa le ponga agua al trabajador! Pero por si alguien se hubiera colado, hay que señalar, que lo bochornoso de toda esta historia es que haya que acudir a la autoridad laboral y a la norma para defenderlo.
La Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales nos señala en su artículo 14.2 que el empresario debe garantizar la seguridad y salud de los trabajadores a su servicio en todos los aspectos relacionados con el trabajo. Y para más concreción, el 14.5 indica que el coste de las medidas relativas a la seguridad y la salud en el trabajo no deberá recaer en modo alguno sobre los trabajadores.
De acuerdo que los distintos organismos de la sanidad mundial no se pongan de acuerdo con la cantidad de agua a ingerir, pero seguro que a nadie se le ocurriría dejar el consumo de agua al margen de la salud laboral.
Además, en su desarrollo reglamentario el Real Decreto 486/1997, de 14 de abril, por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo señala en su anexo V que los lugares de trabajo dispondrán de agua potable en cantidad suficiente y fácilmente accesible.
No hacen falta muchas más argumentaciones. Aunque quizás sea que el agua es solo para los peces.
4 comentarios
Muy bien traído el comentario y el título, estimado Paco.
Es la primera vez que me asomo a esta «ventana» sociolaboral, pero no será la última. Recomendaré además a los demás colegas a que se acerquen a ella.
Un abrazo
Muchas gracias Juan Manuel.
Un poco de reflexión más allá de la ortodoxia no está mal de vez en cuando.
El título te suena, ya!! Un abrazo
Creíble, dadas las circunstancias, y lamentable. ¿Qué quieren ahora, privatizar la inspección de trabajo?
Querida Mónica, mejor no damos esas ideas. La mezquindad no tiene límites.