El final prematuro del verano, o la victoria del centro sobre la periferia

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Hubo un tiempo en el que el fútbol comenzaba a inicios de septiembre, los colegios de mitad de mes hacia adelante, y las universidades a partir del uno de octubre. A todos los efectos la primera quincena de septiembre era período vacacional y formaba parte con naturalidad del cuadrante del turno de vacaciones en las empresas e instituciones de cierta dimensión.

No sabemos en qué momento hemos cambiado ni realmente el porqué. Pero lo cierto es que, con el cuento genérico de adaptarnos a un contexto europeo que nos queda algo lejos cultural y, sobre todo climatológicamente, el uno de septiembre se vacía ipso facto la playa de Islantilla o Isla Canela.

Pregúntenle al propietario de un bar de Moratalaz qué le parece que la vuelta a la normalidad, con su habitual trajín laboral y escolar se produzca el 1 y no el 15 de septiembre. A continuación, hagan lo mismo con el regente de una bodega de Sanxenxo o un chiringuito de Chiclana.

  • ¡No hay más preguntas, señoría!

 

Vislumbren que de repente (o poco a poco, casi sin darse cuenta) una determinada actividad económica pierde una quinta parte de sus ingresos. Porque si pensamos en términos temporales de “quincenas”, hay gran parte de negocios en este ámbito del turismo de litoral que tienen su razón de ser en las cuatro quincenas de julio y agosto; pero que no hace mucho también incluía al menos la mitad de septiembre.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística anteriores a la pandemia, el sector del turismo aporta un 12,4% al conjunto del PIB español. Lo que pretendemos poner de manifiesto en esta “crónica sociolaboral” es la importancia de un subsector como ese del “turismo de litoral” que en gran parte se circunscribe a un determinado periodo del año. Sin embargo, los cambios operados en los hábitos sociales y fundamentalmente en el calendario escolar, han disminuido las posibilidades económicas de ciertos territorios periféricos, a la vez que se dificulta una gestión de calidad del propio producto.

Ciñéndonos a algunos datos de esta zona del suroeste peninsular, hay que señalar que en la provincia de Huelva este sector aporta algo menos a su propio PIB, si lo comparamos con el conjunto del Estado: entorno al 10% (CES-Huelva). El Grupo de Investigación de Estrategias de Innovación y Desarrollo en la Empresa Turística, dirigido por el profesor Vargas de la Universidad de Huelva ha destacado la enorme estacionalidad del turismo en Huelva, la más alta de Andalucía, y con un 69% de las plazas hoteleras que se ciñen al periodo estival.

De acuerdo que la industria turística no debería ser el eje principal de nuestro desarrollo económico y en cualquier caso habría que desestacionalizarla, pero la realidad a corto plazo es la que es. Aquí aproximadamente el 75% corresponde a turismo nacional, y en gran parte lo que podríamos calificar como de “ultralocal” basado en segundas residencias y alquileres desde las urbes más próximas hacia su propia costa. Ello, significa un determinado modelo de ocio, viaje y vacaciones excesivamente vinculado al verano y al calendario escolar.

Alguien debería estudiar la repercusión económica local con el adelanto del inicio escolar del 15 de septiembre al 8-9 del mismo mes. Puede que nos estemos “cargando de un plumazo” una quincena de la ya corta temporada turística. ¿Y realmente merece la pena?, ¿van nuestros pequeños y jóvenes a resolver con ello las deficiencias del siempre desalentador “Informe PISA”? (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes).

No estaría mal que cierta toma de decisiones, se viera sometida a evaluación posterior. Quizás así podríamos comprobar si algunos territorios se resienten de alguna manera. Si repartimos el descanso estival en la población, quizás mejoran los servicios de ayuntamientos pequeños que multiplican su población sobremanera. Punta Umbría con una población de 15.000 habitantes, llega a picos de 150.000 personas en verano.

Si concentramos “el veraneo” en agosto todo es más caro; saturamos las zonas receptoras de ese turismo estacional en detrimento de la tranquilidad de quienes vivimos aquí, de la calidad de la propia oferta y disminuye la satisfacción de los turistas que nos visitan.

Además, todavía hace calor y “el centro” puede esperar.

4 comentarios

  1. Querido Paco, en el caso de la universidad, que es el que conozco, el adelanto del comienzo del curso tiene que ver con el hecho de que es necesario llevar la convocatoria de septiembre a junio/julio para que al comienzo del curso puedan estar todos los estudiantes matriculados. Ese adelanto se hace mucho más necesario en el caso de la matrícula en Posgrado ya que, en otro caso, los estudiantes de universidades con calendario «adelantado» tienen ventaja sobre los que no. Obviamente el adelanto de los exámenes de la Convocatoria II obliga a adelantar el comienzo del curso.
    En cualquier caso, es una interesante reflexión!

    1. Ahí está… el triunfo del centro sobre la periferia. Nos vemos en la tesitura de adelantar calendarios, sin atender a unos intereses de carácter general que también habría que considerar.

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